jueves, 13 de noviembre de 2008

El día del Señor


« Antes de venir como Juez, abriré de par en par la gran puerta de la Misericordia. Quien no quiera pasar por esta puerta, tendrá que pasar por la de mi Justicia. ... ¡Ay ! qué terrible será ese día ante el cual hasta los ángeles del Cielo tiemblan ». (Jesús a sor Faustina, año1935)


Es muy común entre los partidarios de doctrinas orientales decir que «el budismo (etc...) no es una religión sino una filosofía». Yo se lo he oído decir mucho a un amigo usando tono peyorativo hacia la religión Católica, por ser, ella sí, una 'simple religión'. Muy poco saben esos filosofistas que la doctrina Católica es una religión, y una filosofía, y una moral, y una... –ilimitada cantidad de "ys", en consonancia con el concepto "et-et"[1]–, pero sobre todo y ante todo es una Historia.

Pues sí, ante todo es la Historia de la Salvación del hombre corrompido por el pecado. Esta feliz Historia, como Buena Nueva, abarca desde el comienzo del hombre moderno (inclusive antes de ello) hasta nuestro tiempo (inclusive después de éste). Esta Historia está plagada de manifestaciones de Dios, en cumplimiento de su plan de Revelación, a través de obras y palabras divinas. En su sabiduría, Dios utiliza toda una pedagogía, adaptándose al hombre, sirviéndose de acontecimientos y palabras humanas para comunicar su designio, y lo hace progresivamente, por etapas. Jesucristo no sólo es el mayor de los rabíes, no sólo es el mayor de los profetas, ... sino que es el Hijo eterno del Dios altísimo, que, para nuestra salvación, se ha hecho hombre. Jesús es el Mesías de Israel, del que habían hablado todos los profetas, que en su vida terrenal se dedica a hacer obras portentosas, actos de bondad y misericordia, signos, milagros y expulsión de demonios, se muestra como Señor de la Ley, predica sabiamente y, sobre todo, anuncia la llegada del Reino de Dios. Para despedirse de sus discípulos, vence a la muerte, tolerando pacientemente el odio del enemigo, para después resucitar, glorificado y exaltado, ascender a los Cielos y enviar el Espíritu Santo a la Iglesia Católica, para que ésta no se desvíe jamás de la verdad.

A David se le había había anunciado un trono divino que no va a ser derribado jamás : «Yo (el Señor) a uno de tus descendientes confirmaré el Reino para siempre... Mi trono quedará establecido para siempre.»(2 Sam 7,12-16). También el profeta Isaías proclama que nacerá un niño del linaje de David al que se le dará el poder de gobernar un reino universal y eterno (Is 9,6-7). Y el día de la Anunciación, el ángel del Señor le dijo a la Virgen María: «... darás a luz un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús, ... reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su Reino no tendrá fin» (Lc. 1,30-33).

En principio, todo ello es una clara profecía que aún no se ha cumplido. Hay que reconocer que Cristo no ha reinado en ninguna nación, y menos aún en la casa de Jacob (Israel). Esto ha provocado en los cristianos tres posturas, todas erróneas: (1) Desde los tiempos de A. V. Harnack, algunos protestantes y los modernistas han degradado a Jesús, poniendo en duda su divinidad, diciendo osadamente que «se equivocó (sic) al predicar la inminente llegada del Reino, porque tal cosa no sucedió núnca ». (2) Otros cristianos, probablemente por impaciencia, al ver incumplida (hasta el día de hoy) la profecía por antonomasia, decidieron hacerse increyentes y considerar "un mito" todo el Evangelio. (3) Finalmente otros, se mantuvieron pacientes, pero piensan que su cumplimiento sucederá con el Fin del Mundo. Esta última es una opinión honesta, sin embargo errónea, porque con la Parusía, en el Cielo ya no habrá distinción de naciones (carecerá se sentido ya "Israel" o "la casa de Jacob"), además está escrito «... reina sobre la Tierra» (Ap 5,10) , «... ya llega el reino de Dios y de su Mesías sobre el mundo...» (Ap 11, 15), así como también se deduce de la profecías de Daniel, o de varios salmos, el Reino de Cristo comenzará indudablemente en la Tierra. Este aspecto terrenal del Reino ha sido bien explicado por algunos teólogos (leer por ejemplo "Maran Atha" ¡El Señor vuelve!. Eusebio García de Pesquera.), asimismo ha sido clarificado minuciosamente en varias revelaciones privadas.

En la Santa Misa, tras la plegaria eucarística, el sacerdote dice: «Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al Cielo, mientras esperamos su venida gloriosa...». Efectivamente, estamos esperando un retorno de Cristo a la Tierra –inminente en el tiempo, según las revelaciones privadas–, que no significará el Fin del Mundo (Consumación), sino su Renovación, también llamado "Fin de los tiempos".

Un resumen histórico de la esjatología (tiempos finales) es el siguiente:

– 1. Tras anunciar el Reino y cumplir el plan completo de Redención, Cristo asciende al Cielo (año 33). Contemporáneamente se inicia el "Tiempo de las Naciones" (Gentiles) [2].

– 2. El día del Señor llega para Israel (año 70), que es durísimamente castigada. Israel es arrasada por les ejércitos romanos y los judíos dispersados por entre las Naciones. En contra de lo que algunos piensan, la profecía de Cristo: «Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo esto suceda» (Mt 24,35), se cumplió fielmente, pero sólo para Israel.

– 3. Culmina el "tiempo de las Naciones" (ahora), y llega el día del Señor, grande y terrible. Las naciones gentiles son sojuzgadas, y para ello, el Señor utiliza sus Ejércitos (ángeles moviendo los elementos naturales, plagas y guerras). Durante el tiempo de las Naciones se ha manifestado la Misericordia, infinita de Dios, a continuación llega el tiempo de la Justicia, no menos infinita.

– 4. El regreso de Cristo. Tras el "día del Señor" llega la restauración mesiánica de Israel.

– 5. La Renovación general de hombres y cosas. Cristo comienza su reinado universal y eterno sobre la Tierra. Un reino de verdadera paz "en el que el león cohabita con el cordero". Este Reino será transferido al Cielo en el Fin del Mundo, muchos siglos después.

Notas
[1] El concepto católico "et-et" es lo opuesto al "or-or" de los herejes, cismáticos, cínicos, etc. Mientras que ellos reafirman una entre varias realidades (o Jesús-hombre o Jesús-Dios; o Biblia o Tradición; o fe o razón, ...), la docta doctrina católica no lo hace (y Jesús-hombre y Jesús-Dios; y Biblia y Tradición; y fe y razón, ...).
[2] En el antiguo latín "Nación" es sinónimo de "tierra de gentiles", en contraposición a Israel "tierra de creyentes". El "Tiempo de las Naciones" es el tiempo dado por Dios a las naciones gentiles para que se sometan libremente a la Iglesia.

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